devils don’t dream

DEVILS DON’T DREAM

Research on Jacobo Arbenz Guzmán
Nachforschungen über Jacobo Arbenz Guzmán 
A Film by Andreas Hoessli

About Jacobo Arbenz Guzmán, 1950 elected President of Guatemala, overthrown and chased out of the country four years later by a CIA-orchestrated coup. Über Jacobo Arbenz Guzmán , 1954 zum Präsidenten von Guatemala gewählt, vier Jahre später durch einen von der CIA organisierten Putsch aus dem Lande verjagt.

    

1995, 90 minutes, Spanish and English spoken.
Available versions: English. German. French . Spanish.
A production by Isabella Huser, Espaces Film GmbH, 1995.

Awards
1996 Peace-Film-Prize, Berlin International Film Festival
1996 1st Price Documentariey International Filmfestival Valladolid, Spain.
1996 Mention OCIC. 
1998 Award of Merit in Film, Latin America Studies Association.

Some chronology about the release of the fillm and events it provoked:
August 1995: First public schreening at the Locarno Film Festival.
February 1996: International Premiere at the Berlin Film Festival, followed by the theatrical release in Switzerland. Maria Vilanova de Arbenz, the widow of Jacobo Arbenz, is visiting and received by Swiss Cabinet minister Ruth Dreifuss. October 1996: Official rehabilitation of the former President Arbenz and reburial in Guatemala. Theatrical release of the film «Devils don’t Dream» in Guatemala – the film tops the Guatemalan box office in 1996 and 1997.

  • Larry Rohter
New York Times, January 5, 1997. «Since November, crowds have been flocking to movie theaters in Guatemala to see “Devils Don’t Dream”, …»
  • Arbenz gobierna nuevamente
Guatemala, (ACAN-EFE), 25 de noviembre, 1996. «El fallecido ex presidente de Guatemala, el coronel Jacobo Arbenz, gobierna de nuevo en su país, donde centenares de capitalinos se han volcado al cine …»
  • Al margen de los diablos
Siglo Veintiuno, Viernes 6 de Diciembre, 1996. «Al cine llegaron 10.500 personas…»
  • First Run/Icarus
New York, Jan. 1996. «September 1954. Before his journey into exile Jacobo Arbenz, the overthrown President of Guatemala, is presented to photographers stripped down to his underwear: an image seen around the world…»
  • Annika Gil 
La Presse, 12.3.1996. «Des milliers de paysans sont venus en ville pour participer au cortège. Ils ont promené le cercueil à travers toutes les rues en clamant le nom d’Arbenz…»
  • Stefan Reinecke
Frankfurter Rundschau, 23.2.1996 (Berlinale) «DEVILS DON’T DREAM ist ein frappierend optimistischer Film: Er glaubt an die Macht verdrängter Bilder…»
  • Antoine Duplan
L’ Hébdo, 29. février 1996.« Destitué, déshabillé, «exorcisé», effacé des mémoires, Arbenz tombe dans les oubliettes de l’Histoire. Un cinéaste zurichois vient de le tirer de la nuit…»
  • Alexander J. Seiler
Filmkritik. DEVILS DON’t DREAM. «Zoom», April 1996.» So ist aus Hoesslis Film nicht einfach eine historische Monographie des geschreiterten Reformers Jacobo Arbenz Guzmán geworden, sondern darüber hinaus ein vielschichtiger, von Skepsis getragener Essay über die Schwierigkeit, Geschichte zu schreiben, …»
  • Witwe von Jacobo Arbenz bei Bundesrätin Dreifuss
NZZ, 7. März 1996, Seite 15. «Das Treffen mit der Witwe des 1954 gestürzten Präsidenten von Guatemala, Jacobo Arbenz Guzmán, ist nach Dreifuss als symbolische Wiedergutmachung dafür zu verstehen,…»
  • Auszüge aus Gesprächen mit Andreas Hoessli
Katalog Berliner Filmfestpiele, Februar 1995. «A kind of exorcism which is initiated time and again, until the present time…»
  • Excerpts from an interview with Andreas Hoesssli
Catalogue Berlin Film Festival, February 1995 «A kind of exorcism which is initiated time and again, until the present time.(…)
  • Isabella Huser
Rehabilitierung und «zweites Begräbnis» von Jacobo Arbenz Guzmán, am 20. Oktober 1995 
Katalog Berliner Filmfestspiele, Februar 1996
  • Isabella Huser
About the rehabilitation and the «second funeral» of Jacobo Arbenz Guzmán on October 20th, 1995 in Guatemala. 
Catalogue, Berlin Film Festival, February 1995

Larry Rohter
The New York Times, January 5, 1997
(…) For Guatemalans and other Latin Americans, though, those memories live and continue to shape attitudes. Since November, crowds have been flocking to movie theaters here to see “Devils Don’t Dream,” a documentary about the 1954 coup. One scene from old newsreels shows Col. Carlos Castillo Armas, President Arbenz’s successor, surrounded by American military officers who literally tell him what to say. And when Howard Hunt, the former C.I.A. agent and Watergate figure who was an organizer of the uprising, is interviewed on screen and smirks about how easy it was to bribe Guatemalan security forces to stand on the sidelines, pained cries of protest erupt from the audience.

Cine: Arbenz gobierna nuevamente
Guatemala, ACAN-EFE, 25 de noviembre, 1996
El fallecido ex presidente de Guatemala, el coronel Jacobo Arbenz, gobierna de nuevo en su país, donde centenares de capitalinos se han volcado al cine para presenciar una cinta que narra aspectos no conocidos de su vida y derrocamiento ordenado por Washington en 1954. 
”Los diablos no sueñan” es el título de la película documental dirigida por el suizo Andreas Hoessli, que se presentó anoche en premier en Ciudad de Guatemala en medio de una gran aclamación. 
La sala del cine «Las Américas», en un selecto sector de la capital guatemalteca, lució pequeña en las dos funciones de anoche ante la multitudinaria concurrencia de espectadores, muchos de los cuales quedaron sin poder entrar. 
Presentado en 1995 en el Festival Internacional de Locarno y en 1996 en los de Berlín, Munich, Londres, Amsterdam, Montevideo y Valladolid, el filme estará en cartelera hasta el próximo 29 de noviembre. 
También está invitado al Festival del Cine Latinoamericano de La Habana (Cuba), donde será proyectado tras permanecer en Guatemala y ha sido puesto en escena en Zurich, Berna, Basilea, Ginebra y Lusana (Suiza), así como en ciudades de Alemania y Austria. 
La cinta, de 35 milímetros, es promocionada como «las visiones que cambiaron al país sobre la vida de un hombre que fue excluido de la historia y de un presidente de Estado que no perteneció a ningún partido y que no proclamó ningún manifiesto». Aunque también como una «historia de mediados del siglo XX” desarrollada en el contexto de «la guerra fría» y de «la gran lucha por las ideologías». Se trata de un collage fílmico, con material inédito rescatado por Hoessli y tomas de la actualidad, con el que crea el relato de una faceta poco conocida de Arbenz, llamado «el coronel de la primavera». La historia es complementada con entrevistas con su viuda, María Vilanova de Arbenz, residente en Costa Rica, que ocupa un papel estelar. 
Pero también con el ex agente de la CIA (Agencia Central de Información de EEUU), Howard Hunt, que describe la conspiración montada por dicho organismo que desembocó en el derrocamiento de Arbenz, el 19 de junio de 1954. 
Además, figuran los testimonios del disidente comunista Carlos Manuel Pellecer, del ex secretario general del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT, comunista), José Manuel Fortuny, y del líder anticomunista, Mario Sandoval Alarcón. 
Las versiones de los políticos contrastan con el testimonio sencillo de campesinos ancianos que vivieron los tiempos de la revolución guatemalteca (1944-1954), truncada por la invasión armada comandada por la CIA. 
A través del montaje, emergen las motivaciones que empujaron a Arbenz a participar en el derrocamiento del «dictador de los 14 años», el general Jorge Ubico (1930-1944), y luego, desde la Presidencia, a impulsar una profunda reforma agraria. 
Para luego recordar la patética escena que recoge el momento del presidente derrocado, el cual es obligado a desnudarse ante las cmáras de los fotógrafos, antes de partir al obligado destierro, que no dejó hasta su muerte en México en 1971. 
Producida por Espaces Film, la cinta recibió el «Premio de la Paz» en Berlín y, entre otros, el primer premio «Tiempo de Historia» en Valladolid por «la documentada y honesta recuperación de una figura oculta: Jacobo Arbenz».

Al margen de los diablos
Siglo Veintiuno, Viernes 6 de Diciembre, 1996.
«Al cine llegaron 10.500 personas. Eso significa que las 520 plazas disponibles en la sala Las Américas 1 resultaron insuficientes para las 20 funciones organizadas por los representantes de Espaces Film-Zurich. Los diablos no suenan se constituye entonces en la pelicula mejor vendida en una semana de proyeccion: estadisticamente puede considerarsele el suceso cinematografico del ano. Pero quizas lo que mas nos ha llamado la atencion es ver en las largas filas, personas de todas las edades, de todos los estratos, de todas las procedencias, esperando pacientemente para ingresar a la sala. Viendolos en esas cantidades y variedades, es facil a caer en interrogantes: Toda esta gente estara aqui por simple diversion? Estaran aqui por curiosidad? O es que realmente existe una necesidad de saber e informarse? En Guatemala, aunque ya hemos podido ver los dinosauros de Spielberg, a los estraterrestres del Dia de la Independencia y los senos de Demmi Moore, nunca habiamos podido (por increible que parezca) ver y oir a tantos personajes contando, a su modo, pasajes de nuestra historia reciente… Tan fuerte ha sido el impacto de esta pelicula que, en menos de 14 dias, nos ha aparecido una competencia desmedida en todos los medios de comunicacion excritos del pais en estas dos semanas han surgido en Guatemala toda clase de criticos y comentaristas de cine, desde los mas escaldados hasta los mas agradecidos. Ojala que esta circunstancia no sea pasajera, que la competencia de opiniones cuntinue, y todos aportemos a la cultura cinematografica de Guatemala.

First Run/Icarus, New York, Jan. 1996
September 1954. Before his journey into exile Jacobo Arbenz, the overthrown President of Guatemala, is presented to photographers stripped down to his underwear: an image seen around the world. 
Arbenz had led the successful 1944 revolt against the military dictatorship, a regime that had oppressed Guatemala since colonialism. Arbenz, the son of Swiss immigrants, was celebrated as a national hero. Elected President in 1950, Arbenz was not a member of any party – he didn’t issue any manifestos. But he began to fulfill his promises – farmers got their own land. “The first act of justice since colonial times,” said Arbenz. 
In the early 1950s, with the Cold War intensifying, then Vice President Richard Nixon said, “Arbenz is not a Guatemalan President.” Nixon called him “a foreigner, manipulated by foreign powers.” The young President of Guatemala was soon overthrown, declared a traitor, and chased out of the country. 
The white hero, in whom the country had placed such high hopes, had been seduced; at least that was the official version. He had been betrayed by foreign powers, by Indians, by a woman. He was not a man, not a President. The religious discord was settled, the old power structures were reestablished, and civil war raged across the country for over 40 years. 

”Required viewing for the young generation, and for the historical memory of Guatemala.” – Eduardo Antonio Velásquez Cerrera, Prensa Libre (Guatemala) 

”Andreas Hoessli captures the essence of a country, Guatemala, that has had its heart torn asunder and its soul obliterated. He has related the story of a harrowing tragedy that is, at its core, about bananas, but whose consequences defy the imagination … His sensitive portrait of the Guatemalan national reform leader, Jacobo Arbenz, is an extraordinary work of art. And yet, through the magic alchemy of film, he has turned one of the most tawdry and shameful episodes in American foreign policy into an extraordinary tribute to the endurance of Guatemala.” – Stephen Schlesinger, Director, World Policy Institute, and author of “Bitter Fruit” 

”Hoessli’s film is a monument of analysis and includes a wealth of fascinating archive footage that pinpoints the time and the lessons of history. Riveting viewing.” — Sheila Whitaker, London Film Festival.

Annika Gil
La Presse, 12.3.1996, Rencontre avec Maria Vilanova et Andreas Hoessli
Maria Vilanova, la veuve du président Arbenz, achevait samedi passé une visite en Suisse à l’occasion de la sortie du film «Devils don’t Dream». Une visite qui a fait halte sur la Riviera. Rencontre avec «un ange» et une femme d’exception. 

«Je remercie Andreas Hoessli d’avoir empêché que notre histoire disparaisse complètement.» Emue, fatiguée et heureuse à la fois, Maria Cristina Vilanova de Arbenz réalise doucement que la réhabilitation de son mari a enfin démarré. Après plus de 40 ans de mensonges et d’humiliation. «Un jour un ange est venu» qui lui a posé mille questions et qui telle une «petite souris» a farfouillé les moindres recoins de sa maison au Costa Rica afin de trouver des documents sur Jacobo Arbenz. L’ange en question n’était autre que le cinéaste et journaliste zurichois Andreas Hoessli. 

Effacé de l’histoire 

En 1970, Andreas Hoessli entend incidemment parler de Jacobo Arbenz, l’éx-président du Guatemala, dont les idées généreuses ont non seulement fait rêver les Guatémaltèques mais aussi nombre de Latino-Américains. Lorsqu’en 1988 il se lance dans son projet de documentaire sur Jacobo Arbenz, Andreas Hoessli est confronté à un vide d’information et à la peur. Les amis du président ont payé de leur vie leur loyauté, d’autres, peu nombreux, vivent en exil, et d’autres encore ont dû le renier publiquement afin de pouvoir rester au Guatemala. Les documents écrits et filmés relatifs à la présidence d’Arbenz ont été soigneusement détruits, à l’exception de quelques-uns que le tenace journaliste zurichois a réussi à exhumer. A la vérité enfouie s’est substitué le mensonge: Arbenz est un voleur, un criminel manipulé par Moscou et par sa trop belle épouse. 

Entre 1967 et 1969, le couple Arbenz et ses trois enfants est autorisé à résider a Pully. D’anciens voisins contactés par Andreas Hoessli se souviennent vaguement et parlent d’un dictateur en exil. «J’étais l’interprète de la famille», raconte Maria Vilanova, la seule à parler couramment le francais et l’anglais. 

Aujourd’hui, vive et passionnée, elle parle des projets de réforme de Jacobo Arbenz. Elle raconte la chute et le long exil. Elle explique comment, en vendant peu à peu ses bien au Salvador, son pays natal, elle est parvenue à faire vivre sa famille. Elle dit combien elle est heureuse que «Devils don’t Dream» ait rencontré un tel succès lors des premières officielles organisées la semaine passée à Zurich, Berne et Lausanne, en présence notamment de Ruth Dreifuss et d’Yvette Jaggi. Elle écoute, attentive, Andreas Hoessli décrire les incroyables funérailles officielles de son mari, mort en 1971, et dont le corps a été rapatrié au Guatemala en octobre 1995. Funérailles voulues par le président alors en fonction, qui a vu «Devils don’t Dream», et qui se dérouleront dans la liesse le 20 octobre. «Nous avions peur car nous ne savions pas ce qu’il allait se passer. Ce fut heureusement un évènement exceptionnel. Des milliers de paysans sont venus en ville pour participer au cortège. Ils ont promené le cercueil à travers toutes les rues en clamant le nom d’Arbenz.» 

«Lorsque l’oeuvre de mon mari sera racontée dans les livres d’histoire de Guatemala, alors seulement mon mari sera complètement réhabilité», conclut Maria Vilanova.

Stefan Reinecke
Frankfurter Rundschau, 23.2.1996 (Berlinale)
Am Beginn ein Foto. Es zeigt den guatemaltekischen Präsidenten Jacobo Arbenz Guzmán 1954. Ein von den USA finanziertes Söldnerheer ist einmarschiert, der Reformer wird aus dem Land gejagt. Sein Hemd ist halb geöffnet, der Präsident muss sich ausziehen: die Geste einer Erniedrigung. Dieses Bild ist der Ausgangspunkt für Andreas Hoesslis Recherche DEVILS DON’T DREAM. Arbenz Guzmán, Sohn eines Schweizer Auswanderers und Absolvent der Offiziersschule, hatte, was niemand für möglich hielt, 1950 mit der Landreform ernst gemacht. Die Invasion beendete den kurzen Frühling der Demokratie in Guatemala. 
Andreas Hoessli befragt Zeitzeugen: die kluge, ironische Witwe (sogar sie nennt ihren verstorbenen Mann meist Arbenz, nicht Jacobo); Bauern, denen Arbenz Land schenkte und die noch heute seine Rückkehr erwarten; den KP-Führer, der den Präsidenten im Stich liess. Je weiter die Recherche vordringt, umso klarer wird das Bild. Der CIA-Agent Howard Hunt, der die Invasion einfädelte, sagt: “Arbenz war das Aushängeschild, seine Frau kommunistische Agentin”. 
Ein Erklärungsmuster, das sich wiederholt: der weisse, schöne Offizier, der von der kommunistischen Frau, der ausländischen Macht verführt wurde. Darin spiegelt sich, grotesk verzerrt, was durch die Invasion geschah: das Land wurde an eine fremde Macht ausgeliefert. 
Der Kommentar liest die Bilder im Licht des Ausgelöschten. Nicht die eine historische Wahrheit wird behauptet. Der Blick auf die Fiktion der Geschichte selbst wird thematisiert, eine Annäherung versucht. So entziffert der Filmautor in Impressionen aus dem heutigen Guatemala, der Parade zum Unabhängigkeitstag oder der Wahl der Schönheitskönigin, einen atmosphärischen Nachhall der Arbenz-Tragödie. Diese Methode ist ästhetisch beispielhaft: Fern von der inflationären Bildmethaphorisierung und dem Zutexten der TV-Reportagen. Immer wieder kommt der Film auf Schwarz-Weiss-Bilder zurück, die Arbenz umringt von erwartungsvollen Bauern zeigen. 
Diese Bilder waren in Guatemala lange Zeit verboten, Arbenz, der Reformer, zur Unperson deklariert. Im Film werden sie ohne Ton gezeigt, manche Momente in Zeitlupe. Kein Detail soll uns entgehen, jede Geste ist wertvoll. Mit den Bildern sollte auch die Erinnerung ausgelöscht werden, dass Demokratie möglich war. DEVILS DON’T DREAM ist ein frappierend optimistischer Film: Er glaubt an die Macht verdrängter Bilder.

Antoine Duplan
Qui a jeté le président Arbenz aux oubliettes?
L’ Hébdo, 29. février 1996
Avec «¡Devils Don’t Dream!», le Zurichois Andreas Hoessli rend la vie à Jacobo Arbenz, président du Guatemala d’origine suisse, renversé il y a quarante ans et gommé des mémoires. Du cinéma conçu comme un instrument de la démocratie et de la vérité. 
Antoine Duplan 

Sur les pistes de Zermatt, une famille, papa, maman et les trois enfants, s’initie aux joies du ski. Nous sommes dans les années 50 et l’optimisme est de rigueur. Mais ni l’ironie du commentaire («Puissent l’ex-président et sa famille retrouver sur la poudreuse de Zermatt l’équilibre qui semblait les avoir abandonnés»), ni la musique allègre qui épice ce bulletin du Cinéjournal ne parviennent à occulter le vide terrible que l’on surprend dans les yeux de Jacobo Arbenz. Ce regard de naufragé crie en silence la détresse des grands rêves brisés. 

Contrechamp. Le 27 juin 1954, J. F. Dulles, ministre des Affaires étrangères américaines, prononce une allocution filmée. Il claironne: «L’avenir du Guatemala est entre les mains du peuple et des dirigeants qui n’ont pas trahi et ne sont pas les agents d’un despotisme étranger qui abusait du Guatemala à ses propres fins diaboliques. Les événements de ces derniers jours et mois sont un nouveau chapitre glorieux de la grande tradition des Etats-Unis.» 

Le prégénérique du film compte encore une image fixe: le 27 juin 1954, à l’aéroport où commencent les chemins de l’exil, Jacobo Arbenz, président déchu du Guatemala, ôte sa chemise. Non content de lui avoir volé ses rêves, les vainqueurs le dépouillent de sa dignité d’homme. On dit qu’il n’a pas desserré les lèvres en se dénudant. Destitué, déshabillé, «exorcisé», effacé des mémoires, Arbenz tombe dans les oubliettes de l’Histoire. Un cinéaste zurichois vient de le tirer de la nuit. 

C’est au début des années 1970 qu’ Andreas Hoessli entend parler pour la première fois de Jacobo Arbenz Guzmàn, par le truchement de réfugiés chiliens qui vénèrent encore cette figure. Dès 1988, il entreprend des recherches sur cet homme au destin exceptionnel. Né en 1913, ce fils d’immigré suisse suit les cours de l’Académie militaire. En 1944, il refuse d’évacuer la salle du Parlement. «Je ne suis pas de cette espèce de militaires!» se serait-il exclamé en arrachant ses épaulettes, selon sa veuve, Maria Cristina Vilanova de Arbenz. Il entre dans la clandestinité, il chasse du pouvoir la «bande ignoble» du général Ubico, l’inventeur de la république bananière, le dictateur qui avait fait interdire le mot «ouvrier» pour ses dangereuses connotations communistes. En 1951, Jacobo Arbenz est le premier président élu démocratiquement au Guatemala. 

Un pays de violence 

Ce petit pays d’Amérique centrale est composé d’une écrasante majorité d’Indiens. Mais c’est la minorité blanche qui possède les terres et les richesses. Si savants et prêtres reconnaissent que les Indiens ont une âme, c’est juste pour leur permettre de travailler au service des gringos, qui ont droit de vie et de mort sur eux. Hoessli parle d’un véritable «apartheid: les Indiens sont considérés comme des animaux». 

Il y a cinquante ans, Ubico avait vendu le port et la voie de chemin de fer à la United Fruit, une compagnie fruitière américaine. Arbenz comprend que «toute la richesse d’un pays ne vaut pas la vie, la dignité du plus simple de ses habitants». Il va rendre la terre aux Indiens. Cette utopie magnifique est une insulte au capitalisme et à une tradition séculaire de ségrégation. «Une réforme agraire dans un pays où les indigènes sont considérés comme des bêtes, c’est comme détruire un ordre divin», analyse Hoessli. La United Fruit, l’ambassade américaine et la CIA fomentent un coup d’Etat. Après une campagne de propagande, des avions sans immatriculation bombardent, des mercenaires envahissent le pays, les officiers trahissent. Arbenz est chassé et son remplaçant, le général Carlos Castillo Armas, restitue les terres. L’ordre a été rétabli pour la plus grande gloire des Etats-Unis. 

Arbenz commence un long exil qui le mène au Mexique, en Suisse, en France, en Tchécoslovaquie, en URSS, en Chine, à Cuba… Chassé d’un pays à l’autre, considéré comme un «criminel», réduit au silence, Arbenz sombre dans l’oubli. «Pour la gauche, il était un réformateur petit-bourgeois, pour la droite un communiste», estime Hoessli. Il meurt à Mexico, en janvier 1971. Au Guatemala, sa chute provoque une guérilla qui a fait quelque 200 000 morts et 80 000 disparus. 

«¡Devils Don’t Dream! – Recherches sur Jacobo Arbenz Guzmàn» n’est en aucun cas une «reconstruction». Andreas Hoessli sait que «l’Histoire objective n’existe pas». De façon impressionniste, au gré d’images d’archives saisissantes et de rencontres fortes, son film cherche à comprendre la figure d’Arbenz et la société guatémaltèque construite sur la violence et l’inégalité. Comme ce sont des êtres humains qui font la politique, le réalisateur ne néglige pas la dimension psychologique et s’interroge subtilement sur la façon dont les préjugés instillés par la guerre froide se propagent et perdurent. 

Entre autres témoins, le cinéaste s’entretient avec Howard Hunt, l’agent de la CIA qui a organisé le putsch de 1954. Cet homme de l’ombre explique avec fierté comment il a juré fidélité à l’opération consistant à «libérer le Guatemala du régime d’Arbenz» et accepté «avec plaisir» d’être chef de propagande et d’action politique, comment il a «répandu les rumeurs et semé la confusion» sur les ondes radiophoniques. Il raconte comment la CIA a désigné le successeur d’Arbenz. Le premier choix s’était porté sur un ancien juge de la Cour suprême, un «individu brillant» qui avait le seul tort d’être atteint d’un cancer de la gorge. Les comploteurs se sont alors tournés vers le colonel Castillo Armas, un «choix idéal» en raison de sa morphologie indienne. 

La fièvre anticommuniste 

Hoessli a aussi exhumé des archives secrètes de la CIA des documentaires édifiants. Une bande d’actualités montre le vice-président Nixon en compagnie de Castillo Armas au vernissage d’une exposition anticommuniste. Il n’est pas peu fier, le vice-président, quand il tire la morale: «C’est la première fois dans l’histoire du monde qu’un gouvernement communiste est renversé par le peuple.» 

Ces scènes caricaturales n’ont pas été diffusées. «Il y a à la CIA des personnes intelligentes», explique Hoessli. J’ai discuté avec beaucoup d’agents. Certains se sont retirés, d’autres reconnaissent qu’ils se sont trompés. Mais il y en a comme Howard Hunt qui continuent à croire aux thèses qu’ils ont produites, qui sont les victimes de leurs propres mensonges.» 

Le mensonge a la vie dure. L’une des inventions de la CIA portait sur l’infidélité de Maria Vilanova: ayant découvert que sa femme le trompait, Arbenz aurait sombré dans la dépression. «La politique s’est effondrée comme l’amour, explique Carlos Manuel Pellecer, fondateur du PGT, le parti communiste guatelmatèque. C’est le mal que les femmes font aux hommes, aux boxeurs, aux politiciens.» L’inquiétant Mario Sandoval Alarcón, fondateur présumé des Escadrons de la mort, estime qu’Arbenz a tout perdu sous l’influence de sa femme. L’infatigable Howard Hunt expose qu’«Arbenz était un personnage faible, manipulable, sans philosophie politique jusqu’à ce que sa femme lui en impose une, car elle appartenait à l’Internationale communiste». 

Quant aux anciens amis d’Arbenz, pour survivre dans un pays où l’assassinat et l’enlèvement sont monnaie courante, ils ont aussi dû s’inventer des légendes. On dit que ceux qui n’ont pas renié Arbenz ont été jetés depuis un avion dans la gueule d’un volcan. Le nom d’Arbenz reste dangereux: de nombreux témoins n’ont pas honoré les rendez-vous qu’ils avaient fixés avec le cinéaste. «Les seules personnes avec lesquelles j’ai pu parler librement, c’était celles qui sont liées à la guérilla ou réfugiées au Mexique», dit Andreas Hoessli sur ses recherches, il n’a pas été lui-même l’objet de menaces. Mais de grandes 4×4 aux vitres obscures l’ont suivi. 

Les images d’Arbenz ont été détruites. L’oeuvre et le nom d’Arbenz ne figurent pas dans les livres. Comme le dit après longue réflexion Ramiro de León Carpio, l’actuel président du Guatemala, «Arbenz a perdu une guerre. Il doit disparaître. Arbenz a perdu, les vainqueurs en ont fait un monstre, un diable». En fin de compte, l’exorcisme a échoué. Hoessli a retrouvé des photos et des films censés être détruits. Et le nom d’Arbenz survit dans le coeur des plus humbles. «L’autre vie», ce «petit temps d’espoir» qu’il leur a offert, illumine encore les yeux résignés des ouvriers agricoles. «Nous remercions Arbenz de nous avoir donné un endroit où vivre. Dommage qu’il ne soit pas resté avec nous. Il est déjà mort? Non…» Il y a de la tristesse dans la voix de la vieille Indienne lorsqu’elle apprend que le réformateur est mort. 

La force des images 

Depuis sa première projection, au Festival de Locarno, «¡Devils Don’t Dream!» a connu une suite. Les recherches du cinéaste ont exercé une influence bénéfique sur le gouvernement guatemaltèque. Après l’avoir visionné, le président Ramiro de León Carpio n’a pas autorisé la projection de «¡Devils Don’t Dream!» dans son pays. Il a fait valoir trois arguments auprès du Département fédéral des affaires étrangères: le climat politique délicat en raison des élections et d’un massacre dans le nord du pays; la mise en accusation des militaires, car il est plus facile de reconnaître la responsabilité de la CIA que la trahison de l’état-major guatemaltèque dans le putsch de 1954; enfin, l’infidélité de la femme. Sur ce dernier point, le président a fini par «rigoler». 

Si le film ne sera pas projeté, en revanche Carpio a autorisé le rapatriement de la dépouille d’Arbenz. Le 19 octobre 1995, quarante et un ans après le coup d’Etat, la dépouille de Jacobo Arbenz Guzmàn arrive au Guatemala. Les honneurs militaires sont rendus à l’aéroport, un corbillard tiré par un cheval mène le cercueil jusqu’à l’Université où le défunt reçoit un doctorat honoris causa, tandis que la foule crie «Viva Arbenz!». Le lendemain, l’émotion est à son comble. La foule envahit le palais présidentiel, débordant les gardes de la sécurité. Le peuple court-circuite le protocole, il se substitue spontanément aux cadets et porte le cercueil pendant deux heures, jusqu’au cimetière, noir de monde, où l’on scande «Viva Arbenz!» et «A bas l’armée!» tandis qu’un militaire prononce l’oraison funèbre. «Quelque chose a changé. Ce n’est plus le même pays. J’ai vu dans les visages quelque chose de différent. Une dignité incroyable», dit Andreas Hoessli. Cet artisan vient d’assener la preuve magistrale que le cinéma, lorsqu’il est fait avec courage et honnêteté, peut encore déplacer les montagnes. 
A. D. (27.2.1996)

Alexander J. Seiler
Filmkritik. DEVILS DON’t DREAM.
Zoom, April 1996
Eine Winterferien-Idylle: An einem sanftgeneigten Hang mit Blick aufs Matterhorn unterrichtet ein Skilehrer eine Familie: Vater, Mutter, drei Kinder. Launig stellt der Kommentator den Mann als Ex-Präsidenten von Guatemala vor und wünscht ihm, dass er in der Schweiz, der Heimat seiner Vorfahren, «das Gleichgewicht wiederfinde». 
Mit diesem Ausschnitt aus einer Schweizerischen Filmwochenschau von Anfang 1955 eröffnet Andreas Hoessli seine «Nachforschungen über Jacobo Arbenz Guzmán». Es ist, so versichert der Autor, die einzige öffentliche Spur, die Arbenz in der Schweiz hinterlassen hat. Von den USA, die ihn aus Guatemala vertrieben hatten, als «Kommunist» und «Trabant Moskaus» verteufelt, war er den Schweizer Behörden ein Dorn im Auge und durfte nur unter der Versicherung einreisen, dass er sich weder über seinen Sturz öffentlich äussern noch seine ererbte Schweizer Staatsangehörigkeit geltend machen werde. (Gleich nach der Skiferienidylle zeigt Hoessli, wie der US-Aussenminster John Foster Dulles vor der Fernsehkamera dem guatemaltekischen Volk zu seiner «Befreiung» gratuliert). Und als sich Arbenz acht Jahre später, von 1967-69, noch einmal in der Schweiz aufhielt, war er schon so vergessen, dass – mit der heute pikanten Ausnahme des damaligen Journalisten und heutigen SRG-Generaldirektors Antonio Riva – niemand von ihm Notiz nahm. 

Aber auch in den grossen amerikanischen Archiven fand Hoessli keine einzige Filmaufnahme von Arbenz. Seine Recherchen, die bis ins Jahr 1988, also noch vor die «Wende» in Osteuropa, zurückreichen, galten einem Mann, den die Geschichtsschreibung gerade darum aus der Geschichte ausgelöscht hatte, weil er in seinem eigenen Land während kurzer vier Jahre Geschichte gegen jene gemacht hatte, die es als ihr Vorrecht betrachten, Geschichte zu machen – und in deren Sinn Geschichte denn auch fast immer geschrieben wird: Es sind die Sieger, die (die) Geschichte machen. So ist aus Hoesslis Film nicht einfach eine historische Monographie des geschreiterten Reformers Jacobo Arbenz Guzmán geworden, sondern darüber hinaus ein vielschichtiger, von Skepsis getragener Essay über die Schwierigkeit, Geschichte zu schreiben, und das heisst auch: über die Relativität und Subjektivität aller Geschichte, die nicht einfach «feststeht» sondern sich selber permanent fort- und umschreibt. 

Da Arbenz keinerlei persönliche Notizen oder Dokumente hinterlassen hat – Hoessli zeigt mehrmals das Foto der hochnotpeinlichen Leibesvisitation, die der gestürzte Staatschef bei der Ausreise aus Guatemala über sich ergehen lassen musste-, sah sich der Filmautor in erster Linie auf mündliche Quellen verwiesen; ausserdem konnte er in Guatemala einen Kameramann ausfindig machen, der dokumentarisches Filmmaterial aus Arbenz’ Regierungszeit während fast vier Jahrzehnten versteckt gehalten hatte. Diese zum grössten Teil stummen und umso eindrücklicheren Aufnahmen von öffentlichen Auftritten des Präsidenten bilden eine Hauptebene von Hoesslis komplexer – und von Fee Liechti souverän montierter – filmischer Rekonstruktion. 

Auf einer zweiten Ebene evoziert Arbenz heute achtzigjährige Witwe Maria Vilanova im Gespräch mit dem Autor unerhört lebendig die Geschichte einer «Liebe auf den ersten Blick», die von allem Anfang an und bis zuletzt auch jene einer politischen Kameradschaft und Kampfgemeinschaft war. (Von seinen Gegnern, aber auch von ehemaligen Freunden wird Arbenz noch heute vorgeworfen, er sei Maria politisch und privat hörig gewesen – kein «ganzer Mann».) Das eigentlich tragende Element des Films aber sind die Ausschnitte aus dem Interview, das Hoessli mit dem pensionierten CIA-Agenten Howart Hunt, dem operativen Leiter des von Washington aus gesteuerten Militärputschs von 1954, führen konnte. Ein jovialer Rentner mit dem rosigen Teint des Bonvivant, etwas kurzatmig geworden vom guten Essen und Trinken, berichtet trocken, behäbig und mit geradezu atemberaubender Unverblümtheit, wie er den Auftrag bekam, annahm und ausführte, in Guatemala «nach dem Rechten zu sehen», nämlich die Regierung Arbenz durch ein Regime zu ersetzen, das die gegenüber den Latifundien der United Fuit Companiy und anderer Grossgrundbesitzer verhängten Enteigenungen schleunigst rückgängig machen würde. Was das Schicksal eines Volks auf Jahrzehhnte hinaus und bis heute veränderte, um nicht zu sagen besiegelte, nimmt sich in Hunts geniesserischem Plauderton aus wie ein Sandkastenspiel: ein bisschen Bestechung, ein bisschen Desinformation durch das von der CIA finanzierte und programmierte Radio Liberacion, «a little harmless bombing» (ein paar harmlose Bombardements), und schon konnte der neue Präsident Castillo Armas, « a splendid individual» in Hunts Augen, in den Nationalpalast einziehen, Gewerkschaften und Parteien verbieten. Noch nie ist mir die enge Verwandtschaft zwischen sogenanntem Pragmatismus und nacktem Zynismus so klar geworden wie in dieser Erzählung eines «Agenten» im wahrsten Wortsinn: eines Mannes nämlich, der gegen Bezahlung ohne viel Federlesens oder gar Skrupel die Geschichte «machte», die seine Oberen anordneten. 

Verschiedene historische Filmdokumente ergänzen und bestätigen Hunts Aussagen. Man sieht, wie US-Vizepräsident Richard Nixon bei einem Besuch in Guatemala dem neuen Präsidenten Castillo Armas im Namen der «freien Welt» auf die Schulter klopft, man sieht und hört aber auch, wie dem nämlichen Castillo Armas bei einem Gegenbesuch in Washington jedes englische Wort von einem US-General buchstäblich eingeflüstert werden muss. Die wahrhaften historischen Dimensionen der von Hunt so spielerisch inszenierten Aktion werden indes erst deutlich in den Bildern, die Hoessli 1993 in Guatemala aufgenommen hat: Fahrten durch die Favelas von Ciuadad Guatemala; Militär, immer wieder marschierendes und exerzierendes Militär; eine religiöse Erweckungszeremonie – und last not least die Vorbereitungen zur Feier des 172. Jahrs der Unabhängigkeit mit einer aufs schicklichste obszönen Schönheitskonkurrenz um den Titel der «Königin der Unabhängigkeit»… Die krassen Gegensätze dieser Bilder, die Hoessli wie einzelne Zeilen eines Refrains in unterschiedlicher Reihehfolge zwischen Strophen seiner historischen Ballade streut, verbindet so etwas wie Totenstarre oder Verwesungsgeruch: Sie machen anschaulich, dass in Guatemala seit der Vertreibung von Jacobo Arbenz Guzmán die Zeit stillgestanden und die Gesellschaft am Verfaulen ist. 

Arbenz, der Sohn eines verkrachten Schweizer Kolonisten, der sich zuletzt eine Kugel in den mit Champagner gefüllten Mund schoss; der brillante Absolvent der Militärakademie, der Preisboxer und Frauenbezauberer; der Mann, der den Bauern Guatemalas eigenen Grund und Boden nicht nur versprach, sondern tatsächlich gab, zurückgab – Arbenz bleibt in Hoesslis Film stumm, erscheint ausschliesslich in der dritten Person: ein gutaussehender, schlanker, grossgewachsener Mann, stets lächelnd und stets begleitet von seiner strahlenden jungen Frau – ein Robin Hood der guatemaltekischen Bauern, der in ihrer Erinnerung weiterlebt («Warum sollte ich sagen, es sei wahr, dass er tot ist?» sagt einer der Campesinos, die noch heute auf Arbenz’ ehemaligem Gutshof leben, wo dieser, sich selbst enteignend, die ersten Landzuteilungen vornahm.) Wie es kam, dass er scheiterte, dass er für Howard Hunt und dessen Auftraggeber ein so bequemes Opfer war, warum ihn seine Minister und Mitkämpfer verrieten – das alles, was man gemeinhin Geschichte nennt, erfahren wir nicht. Vielleicht ist es ja auch wirklich so, dass die Fehler, die er als letztlich wohl «unpolitischer» Reformer, als «reiner Tor» gemacht haben mag, wenig ins Gewicht fielen gegenüber dem schieren Reflex, mit dem eine Supermacht eine lästige Fliege verscheuchte… 

So handelt «Devils don’t dream» letztlich wohl weniger von Jacobo Arbenz Guzmán und dessen persönlichem Schicksal als vielmehr von jenem Kapitel der jüngsten Geschichte, das als «kalter Krieg» zwar vorbei ist, aber nicht nur Guatemala und Lateinamerika, sondern den Planeten insgesamt mit Schwären übersät hat, die erst jetzt aufbrechen. Es ist der grosse Vorzug von Hoesslis Film, dass er zu diesem universalsten Machtkampf der Geschichte keine Thesen aufstellt, sondern seine Spuren in einem engen Ausschnitt verfolgt und sichtbar macht. Dass man sich den «tastenden», durchwegs im Konditionalis der Vermutung gehaltenen Kommentar zuweilen etwas weniger wortreich (und auch etwas weniger elegisch gesprochen) wünschte, schmälert nicht die seltene Qualität des Films, der Geschichte vergegenwärtigt ohne die Anmassung, sie zu ergründen oder sogar zu erklären.

Witwe von Jacobo Arbenz bei Bundesrätin Dreifuss
NZZ, 7. März 1996, Seite 15.
Bern, 6. März. (sda) Bundesrätin Ruth Dreifuss hat in Bern Maria Vilanova de Arbenz empfangen. Das Treffen mit der Witwe des 1954 gestürzten Präsidenten von Guatemala, Jacobo Arbenz Guzmán, ist nach Dreifuss als symbolische Wiedergutmachung dafür zu verstehen, dass die Schweiz dem Ehepaar Arbenz nach dem Umsturz kein Asyl gewährte. 
Arbenz, Sohn eines nach Guatemala ausgewanderten Schweizers, war vier Jahre nach seiner demokratischen Wahl von Feinden seiner sozialen Reformen gestürzt worden. Als Kommunist gegeisselt, musste er mit seiner Familie ins Exil flüüchten. Unter anderem verschlug es ihn in die Schweiz, nach Frankreich, Kuba und Mexiko. Asyl gewährte ihm keines der Länder. Maria Vilanova de Arbenz erklärte, sie erwarte weder von der Schweiz noch von einem anderen Land eine Entschuldigung. Die Schuldfrage habe sie sich gar nie gestelllt. Anlass für den Besuch der Witwe von Arbenz in der Schweiz sind die Premieren des Films von Andreas Hoessli «Devils don’t dream» – Nachforschungen über Jacobo Arbenz Guzmán.

Auszüge aus Gesprächen mit Andreas Hoessli
Katalog Berliner Filmfestpiele, Februar 1995
«Die Geschichte von Jacobo Arbenz ist wie eine griechische Tragödie, haben mir frühere Freunde von Arbenz gesagt. Diese Geschichte könnte man gradlinig erzählen, von A bis Z, chronologisch, Fakten, als «Interpretation» einer ganzen Geschichte. Viele haben das erwartet, vor allem in Guatemala selbst – wo es diese Geschichte gar nicht gibt, niemand hat sie geschrieben. 
In der Zeit, in der ich an diesem Film gearbeitet habe, ist eine Epoche zu Ende gegangen, der Kalte Krieg, und mit dem Kalten Krieg wahrscheinlich die Grundstruktur einer längeren Epoche. Es ist heute klar, etwas ist vorbei, und man weiss nicht, wohin das führt. Das beeinflusst die Art, wie man auf die Geschichte blickt. Die Formen, wie man eine Geschichte betrachtet, müssen denkerisch anspruchsvoller sein, als die Idee, man könnte eine Geschichte von A bis Z erzählen. Es kommt die Frage auf: Was ist Geschichte, hat sie so stattgefunden, in einer Zeit, in der es eine Kontinuität gab, oder besser: in der man glaubte, es gäbe eine Kontinuität, der Handelnden, der Orte, der Handlungen, Konferenzen, politischen Prozesse etc.? (…) 
Die Person, der Mensch interessierte mich, und was aus dieser Person, dieser «Figur» gemacht wurde und wird. Wer war diese Figur, dass seine Feinde so viel konstruieren mussten, um sie zu erledigen? Er muss etwas Besonderes an sich gehabt haben, das es notwendig machte für seine Feinde, eine Serie von Merkmalen zu konstruieren, die vor allem auf einen Hintergrund abzielten: dass dies ein Mann war, der sich vom Bösen, Tierischen, Weiblichen dominieren liess. Das Tierische sind die Indianer, ist die Frau, ist der Mann, der schwach wird gegenüber der Versuchung, sich der Frau hinzugeben…all diese Projektionen haben etwas zu tun mit dem, wer Arbenz war, was er realisieren wollte. 
Hier begegnet man einem Erbe von fünf Jahrhunderten – das ein System konstruierte, das einem Teil der Menschen, den Indianern, der Frau, das Attribut des Unkontrollierbaren, des Tierischen anhängte, um ein eigenes Regime zu legitimieren. Dieser Arbenz hatte begonnen, aus einem «gottgewollten System» heraus einen neuen Weg zu suchen. Das interessierte mich. Auf welcher Ebene setzt man an, um diese Suche, diesen Weg, diesen Versuch endgültig auszutreiben. Eine Art Exorzismus, der immer wieder angetrieben werden musste, bis heute.(…) 
Ich glaube, wenn man akzeptiert, dass die Geschichte ein Blick ist aus einer späteren Zeit, dass es diese Geschichte nicht gibt, – die Geschichte besteht aus einer unendlichen Anzahl von Ereignissen, Fakten, von Gefühlen, selbst, wenn die Beteiligten über die Geschichte sprechen, sprechen sie im nachhinein; es ist eine Verarbeitung, Geschichte sind immer Zusätze, Neuerfindungen, neue Zeichnungen. Wenn man dies akzeptiert, dann müssen andere Formen gesucht werden. Chronologie und Information über Fakten suggerieren, dass diese Geschichte so «existiert» hat. Wenn man den Anspruch erhebt, dass man die objektive Geschichte beschreiben kann, und die Chronologie ist die Form, die suggeriert, man könnne die objektive Geschichte untersuchen und erzählen, dann wird sie dem Kriterium nicht gerecht, dass es immer eine Idee ist, die man sich über eine Geschichte macht, und vor allem auch – und dies ist vielleicht der Zusammenhang mit Jacobo Arbenz, weshalb sich diese Erzählform fast aufgedrängt hat – dass diese Geschichte von der bestehenden Geschichtsschreibung in viele Konstrukte z erlegt worden ist, in Legenden, in Projektionen. Dies wollte ich zum Thema machen. Ich wollte einen Film machen, in dem diese Frage im «Untergrund» vorhanden ist: Was ist das überhaupt, Geschichte, wie wird Geschichte beeinflusst, wer «macht» Geschichte? (…)»

Excerpts from an interview with Andreas Hoesssli
Catalogue Berlin Film Festival, February 1995.
«His old friends told me that Jacobo Arbenz’s story is like a Greek tragedy. One could tell this story chonologically from A to Z, tell the facts, give the «interpretation» of an entire history. Many people expected this, especially inGuatemala where the story doesn’t even exist, nobody has ever written it. 
While I was working on this film, an era came to an end, the Cold War. The end of the Cold War also signified the end of the political structure of a whole era. It is evident to us today that something is over, and we don’t know what will happen next. This influences the way we look at history. We have to become more discriminating in the way in which we kook at history. It is not enough to tell a story from A to Z. 
The following question arises: what is history, did history happen in this way, in a time when continuity existed, or rather where one believed continuity to exist, continuity of those who were involved in current events, continuity of places, of activities, conferences, political movements etc.? 


I was interested in Arbenz as a human being, in how people saw him then and how they see him now. Who was this man and why did his enemies have to work so hard to get rid of him? He must have been a speciel person if his enemies had to construct a number of characteristics, all of which had one single purpose in mind: to prove that he was a man who let himself be dominated by evil, by bestiality, by women. The Indians are the animals, the woman is the animal and the man is an animal if he weakens in the face of temptation and lets himself be seduced by a woman… all these projections have to do with who Arbenz was and with what he wanted to achieve. 
We encounter the heritage of five centuries which had worked out a system that legitimizes its existence by attributing certain characteristics to one part of humanity, that is, Indians and women as uncontrollable animal forces. Arbenz had begun to find a way out of this «god-given» system. That interested me. What did they have to do to eradicate this search, this path, this attempt once and for all? A kind of exorcism which is initiated time and again, until the present time.(…) 
I think, if one accepts that history is always a look back in time, that the story doesn’t exist – history is an infinite number of events, facts, emotions and when those who were involved talk about history, they talk retrospectively; history means assimilation, making additions, reinvention, new blueprints. If one accepts this, then we have to search for new forms. Chronology and facts suggest that a particular history «existed». If one claims to write «objective» history, chonology being the format, then it doesn’t account for the fact that it is always an interpretation of history. Especially because, and this is perhaps the connection to Jacobo Arbenz, and why the narrative style seemed so appropriate, this story has been taken apart by current historians, split into a number of legends and projections. That’s what I wanted to explore. I wanted to make a film which asked the question: what ist history, how do we look at history, what influences history, who «makes» history?»

Isabella Huser
About the rehabilitation and «second funeral» of Jacobo Arbenz Guzmán on October 20th, 1995 in Guatemala 
Catalogue Berlin Film Festival, February 1996
During 1993, when Andreas Hoessli was making this documentary, he asked the president of Guatemala whether he could ever imagine approving the reburial of Jacobo Arbenz Guzmán’s remains in Guatemala. In circles close to the university, in hushed tones, the wish to repatriate the remains of the former president hat emerged. Guatemala’s president Ramiro de Leon Carpio was still very careful, he said that «he had nothing against it», «since every citizen of Guatemala has the right to be buried in his own country.» 

In 1995, plans to exhume Jacobo Arbenz’s remains from his grave in El Salvador remained unconfirmed up until ten days before the event. The order of the protocol remained unclear until the day of the reburial. The present-time president of Guatemala insisted on the reburial, against the military’s wishes. 

At any rate, there wouldn’t be any military honours – or so it was proclaimed. President Ramire de Leon Carpio spoke about an act of «national reconciliation and atonement.» The press was divided on the issue. Opponents claimed that a traitor shouldn’t be allowed back into the country, not even his remains should be returned. 

The only film about Jacobo Arbenz, Devils Don’t Dream, made by filmmaker Andreas Hoessli, was first invited to be shown at the festivities, but after a preview it was decided to withdraw the invitation due to «antimilitary tendencies of the film’s images» and because the country’s situation had worsened right before the elections, culminating in a massacre by army units. The minister of defence had to resign. 

For the first time in 41 years, all the papers published articles about Jacobo Arbenz. He who had previously been considered persona non grata, traitor, dictator, puppet of a communist world order. The only book published in Guatemala, a novel featuring Jacobo Arbenz, had his wife’s disloyality as the main theme. Now the press described another kind of Jacobo Arbenz: He lead the revolution on October 20th, 1944, ending military dictatorsihp; other articles featured Jacobo Arbenz as president in 1950 and his overthrow in 1954; the time in between these dates was largely ignored. The date of the reburial had been agreed: October 20th, the anniversary of the revolution. 

On October 19th, 1995, Jacobo Arbenz’s remains were exhumed without ceremony in El Salvador. Andreas Hoessli and his film crew accompanied Maria Vilanova, the widow of Arbenz, on an uncertain journey back to Guatemala. After 41 years of exile, she returned to the country where she had once been the president’s wife, bringing the remains of her dead husband back to their home country for a second funeral. She, too, had no idea what to expect in Guatemala. 

October 20th, 1995: Reception in the streets around the University of San Carlos, where he is to receive a posthumous honorary doctorate, is overhelming, and yet, only a taste of what to come. The crowds, made up of people of all ages, from different backgrounds, shout «Jacobo vive, vive!» (…) 

People accompany Maria Vilanova to the presidential palace where the coffin is displayed, they occupy all the hallways and halls in the president’s palace. The president, the new minister of defence, the vice presideent take their place at the wake. Hundreds, thousands file by the coffin, thousends wait in line to express their words of sorrow or hope in the book of condolence. When the coffin is about to be taken to the cemetery in a hearse, a group of people take charge of it, remove it from the pedestal in the government hall, with, amongst others, two women belonging to the organisation of widows, wifes of murdered or disappeared persons. The police, the military stay in the background. The people take the coffin to the streets and parade it, handing it over to others who want to carry it, young and old women and men from all social backgroujnds, children, Indigenas, «canches» (whites). Shouts of rejoicing, over and over again, «Jacobo vive vive!». And: «Ejercito asasino, fuera del poder». This is happening in a country where the war began 40 years ago, where it was dangerous until recently to pronounce the name Arbenz. People’s fears seem to have disappeared. They carry the coffin through the streets, tens of thousands, happiness in their eyes, smiles on beaming faces. 
They take the coffin to the cemetery where Maria Vilanova waits, surrounded by a few grandchildren and friends. Shouts of rejoicing drown out the speech of a military cadet, people are singing their country’s hymn, Maria Vilanova joins in, while the military caded continues his toneless speech. When Maria Vilanova speaks everyone falls silent, flowers and wreaths are being handed on above people’s heads until they reach the coffin, until he is reburied in the open grave.(…) 
It remains unsure whether the rehabilitation of Arbenz Guzmán, approved of by the people of the street, authorised by the present-day president of Guatemala and tolerated by the military, will initiate any real political changes. During our two days in Guatemala, it seemed clear, hower, that the country’s mood has changed, that people are taking charge of contemporary life with courage and dignity. The experience has been overwhelming: history can be destroyed, films, photographs, novels and poems burned, legends, lies and fear created, but memory remains.

Isabella Huser
Zum «zweiten Begräbnis» und zur Rehabilitierung von Jacobo Arbenz am 20.Oktober 1995 in Guatemala 
Katalog Berliner Filmfestspiele, Februar 1996.
1993, während der Dreharbeiten zu seinem Film, fragte Andreas Hoessli den Präsidenten von Guatemala, ob er eine Rückführung des in El Salvador beigesetzten Jacobo Arbenz Guzmán befürworten würde. Damals war in universitätsnahen Kreisen hinter vorgehaltener Hand vom Wunsch einer «Repatriierung» die Rede. Präsident Ramiro de Leon Carpio war damals noch vorsichtig, sagte vor der Kamera, dass er nichts dagegen habe, «denn jeder Guatemalteke hat das Recht, in seinem Land begraben zu werden.» 
1995 blieb das Datum der geplanten «Repatriierung» des in El Savlador begrabenen Jacobo Arbenz bis zehn Tage vor dem Ereignis unklar. Der protokollarische Rahmen blieb es bis zum Tag der Rückführung. Der heutige Präsident von Guatemala führte durch, was die Armee nicht wünschte. 

Jedenfalls würden dem ehemaligen Präsidenten keine militärischen Ehren erwiesen, hiess es. Präsident Ramiro de Leon Carpio sprach von einem Akt der «nationalen Versöhnung und historischen Wiedergutmachung». In der guatemaltekischen Presse wurde die angekündigte «Repatriierung» von manchen Kreisen gutgeheissen, von anderen Seiten heftig kritisiert. Man habe kein Recht, einen Verräter ins Land zurückzuholen, auch wenn er tot sei. 

Der einzige Film über Jacobo Arbenz, Devils Don’t Dream von Andreas Hoessli, wurde zunächst von der Präsidentschaft zur Vorführung im Rahmen der Feierlichkeiten eingeladen, nach der Besichtigung des Films aber wieder ausgeladen – wegen «militärkritischer Tendenzen der Bilder im Film» und wegen der angespannten politischen Lage im Land kurz vor den Wahlen und kurz nach einem weiteren Massaker durch Armee-Einheiten, welches die Absetzung des Verteidigungsministers zur Folge hatte. 

Erstmals seit einundvierzig Jahren erschienen in allen Zeitungen Artikel über Jacobo Arbenz, der bislang in Guatemala eine Unperson war, als Verräter, Diktator und Marionette der kommunistischen Internationale verteufelt wurde. Das einzige Buch über Jacobo Arbenz, das bislang in Guatemala erschienen ist: ein Roman, der die Untreue seiner Frau zum Thema hat. Nun war in der Presse von einem Jacobo Arbenz die Rede, der die Revolution vom 20. Oktober 1944 anfühte, mit der damals die Militärdiktatur endete; seltener war der Jacobo Arbenz Thema, der 1950 zum Präsidenten gewählt, der 1954 gestürzt wurde; die Zeit dazwischen blieb meist ausgeklammert. 
Das Datum der Rückführung wurde auf den 20. Oktober festgelegt, den Jahrestag der Revolution. Am 19. Oktober 1995 wurden die sterblichen Überreste von Jacobo Arbenz ohne jegliches Zeremoniell in El Salvador exhumiert. Andreas Hoessli und seine Filmequipe begleiteten Maria Vilanova de Arbenz auf ihrer ungewissen Reise nach Guatemala. Nach einundvierzig Jahren Exil kehrt sie zum ersten Mal in das Land zurück, in dem sie die Frau des Präsidenten war, bringt ihren verstorbenen Mann zu einem zweiten Begräbnis in seine Heimat. Sie hat Angst. Sie hofft auf ein würdiges Begräbnis. Auch sie weiss nicht, was sie in Guatemala erwartet. 

Der 20. Oktober 1995: Der Empfang auf der Strasse vor der Universität San Carlos, wo dem verstorbenen Jacobo Arbenz der Ehrendoktortitel verliehen werden soll, ist überwältigend und doch nur ein Vorgeschmack auf das, was kommen würde. «Jacobo vive, vive!» rufen die Massen, Menschen jeden Alters und jeder Herkunft. Die Übergabe des Doktortitels wird nicht der einzige Akt bleiben, zu dem sich die Menschen von der Strasse Zugang verschaffen. Dona Maria und der verstorbene Jacobo Arbenz Guzmán wurden gefeiert, als komme die Würde und mit ihr die lebendige Hoffnung ins Land zurück. 
Die Menschen strömen mit Maria Vilanova in den Regierungspalast, wo der Sarg aufgebahrt ist, besetzen Gänge und Säle im Palast des Präsidenten. Der heutige Präsident, der neu eingesetzte Verteidigungsminister, der Vizepräsident nehmen Aufstellung zur Totenwache. Hunderte, Tausende ziehen am Sarg vorbei, hunderte stehen Schlange, um ihre Worte der Trauer oder Hoffnung ins Kondolenzbuch einzutragen. 
Als der Sarg am folgenden Tage im Leichenwagen zum Friedhof gefahren werden soll, bemächtigt sich eine Gruppe von Menschen des Sarges, sie nehmen ihn vom Podest im Saal des Regierungspalastes, tragen ihn weg, zuvorderst zwei Frauen der Vereinigung der Witwen, Frauen von Ermordeten oder Verschwundenen. Die Polizei, die Militärs bleiben im Hintergrund. Die Menschen ziehen mit dem Sarg durch die Strassen, übergeben ihn alle zwanzig Meter anderen Menschen, die ihn tragen wollen, junge und alte Frauen und Männer aller Schichten, Kinder, Indigenas, «Canches». Jubelrufe, immer wieder «Jacobo vive vive!». Und «Ejercito asasino, fuera del poder!» 
Dies alles geschieht in einem Land, in dem seit rund vierzig Jahren Krieg herrscht, in dem es bis vor kurzem gefährlich sein konnte, den Namen Arbenz auszusprechen. Die Angst der Menschen scheint gebannt. Sie ziehen mit dem Sarg durch die Strassen, Glück in den Augen, strahlendes Lächeln in den Gesichtern. 
Sie bringen den Sarg zum Friedhof, wo Maria Vilanova, umringt von ein paar Enkelkindern und Freunden, wartet. Die Jubelrufe übertönen die Ansprache eines Kadetten, die Menschen singen die Hymne ihres Landes, Maria Vilanova stimmt ein, während der Militär tonlos weiterspricht. Es wird still, als Dona Maria spricht, Blumen und Kränze gehen von Hand zu Hand hinweg über die Köpfe der Menschen bis zum Sarg, bis er im offenen Grab versenkt wird. (…) 

Was die von den Menschen der Strasse getragene, vom heutigen Präsidenten von Guatemala autorisierte und vom Militär gedultete Rehabilitierung von Jacobo Arbenz im Land bewirken wird, bleibt unklar. Klar schien uns während der zwei Tage in Guatemala, dass sich die Stimmung im Land verändert hat, dass sich die Menschen mit Mutund Würde ihrer Zeit bemächtigen. Überwältigend ist das Erlebnis, dass Geschichte zerstört, dass Filme, Photographien, Romane und Gedichte verbrannt, Legenden, Lügen und Angst verbreitet werden können, und dass die Erinnerung trotzdem weiterlebt. 
Isabella Huser, 26. Oktober 1995